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Los estibadores muestran en el colegio Juan Ramón Jiménez en qué consiste su trabajo.
Casi cualquier objeto que manejamos en Canarias llegó a las Islas a través del Puerto. Coches, alimentos, muebles, juguetes? todo pasa por La Luz y en este proceso resulta el trabajo de los estibadores, encargados de cargar y descargar cualquier mercancía. Sin embargo, su papel resulta desconocido para muchos y por eso han puesto en marcha a través de la Fundación Belén María el proyecto Estibando historias de vida, con el que se dedican a descubrir la realidad del trabajo portuario a los más jóvenes a través del contacto directo con estibadores.
Este no es el primer curso escolar en el que los estibadores vuelven a las aulas para contar a estudiantes de Primaria y Secundaria en qué consiste su trabajo, pero sí se trata de la primera vez en la que salen de centros educativos del barrio portuario por antonomasia, La Isleta, y se acercan a otras zonas de la Isla. Ha sido en concreto en el colegio Juan Ramón Jiménez donde esta semana un grupo de estudiantes de quinto y sexto curso han conocido de primera mano en dos sesiones sus historias y de paso han jugado a experimentar en qué consiste este empleo. Algunos de los estudiantes sesorprendían por la cantidad de cosas que llegan a través del Puerto. «¿También mi ‘Play’?», preguntaba uno.
«Preguntan mucho por la peligrosidad», explica el estibador Ismael Ravelo, que participa en la actividad de manera activa explicando a los estudiantes en qué consiste su trabajo y ha aprendido a captar su atención. «Cuando les das una visión agradable comprenden que la economía depende del Puerto», añade poco antes de dirigirse al patio del colegio para participar en una sesión de Educación Física centrada en las labores de la estiba.
En la zona de actividades, los estudiantes ya se han organizado en varios grupos y se disponen a realizar varios juegos en los que las actividades portuarias son las protagonistas. Mientras unos se afanan tratando de enganchar un pequeño contenedor de juguete con una cuerda de manera análoga a lo que hacen las grúas de las terminales, otros forman una cadena y se van pasando de mano en mano unas voluminosas cajas que, aunque vacías, simulan contener pesca. Al hacerlo van descubriendo la necesidad de tratar la carga con delicadeza: «Acaba de romperse todo lo que iba dentro», señala uno de los niños cuando otro da un meneo al contenedor que está tratando de depositar en el suelo y se da la vuelta.
En cuanto se ponen manos a la obra, estos pequeños aprendices de estibador comprueban las dificultades que entraña el trabajo. «¡Si parece difícil haciéndolo con las manos, imagina con una grúa de verdad», comenta uno de ellos, Enrique. Aunque no las tiene todas consigo para dedicarse a este trabajo, le atrae la idea de las cosas que puede llegar a ver: «Me gustó lo de poder conducir un Lamborghini o un Ferrari», añade en referencia a la descarga de vehículos, tarea que también realizan los estibadores.
Además de en Educación Física, la actividad también se desarrolla en otras asignaturas. Así, por ejemplo, en Lengua tienen una ‘rueda de prensa’ con estibadores jubilados y elaboran un periódico con las preguntas que les realizan, mientras que en Sociales juegan al ‘antes y después’ con fotos del Puerto o La Isleta. «Es todo nuevo, pero les está gustando», añade la docente Nuria Díaz.
Tras las actividades y las charlas, a los estudiantes aún les queda el remate de su participación en Estibando historias de vida. Antes de que concluya el año académico se desplazarán al Puerto para conocer en persona cómo es la operativa diaria de La Luz y comprobarán en persona el constante movimimiento del Puerto. Para algunos, aunque no lo sepan, será también su primera visita a su futuro lugar de trabajo.
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